No es fácil comenzar, o mejor dicho, no es fácil persistir en los comienzos. Porqué ¿cuántas veces hemos iniciado algo con entusiasmo y al final aquello nunca terminó de cuajar?
Esta historia nos la conocemos todos. Mi vida se ha basado un poco en eso. Ensayo y error, ver como a pesar de que no cuaja, hay algo de mi que no quiere dejarlo. Como un moscardón molesto, que me recuerda que en el fondo debo seguir probando, porque ¿Cómo vamos abandonar aquello que nos ha salvado alguna vez?
Hoy inicio este proyecto que lleva tanto tiempo gestándose desde que me inicié en ello.
He tardado lo mío ya sea porque no me veía preparada, no sentía que tuviera los recursos, o cualquier excusa que me pusiera porque la realidad me dice que este no es el camino, aunque nunca me he visto capaz de abandonarlo. ¿De que os estoy hablando? Cierto, no me conocéis (podéis saber quien soy en biografía) Tampoco sabéis de QUE hablo, pero de LO QUE hablo no os debe sonar ajeno. ¿Qué habéis perdido por el camino hasta llegar aquí? Vayamos al punto de partida.

Así le di nombre a mi primera exposición en el arte del sumi-e.
Porque el sumi-e llegó a mi accidentalmente, pero en un momento que realmente lo necesitaba. Y como para mi fue muy terapéutico, me encantaría que en ése punto de partida que inicié hace 10 años y posteriormente con las exposiciones, vosotros también tengáis vuestro punto de partida donde encontrarnos ya sea con el sumi-e o con cualquier otra expresión artística.
Porque el arte es vida y de eso es lo que voy hablaros, empezando por el sumi-e como principio de este viaje.
Y como empezamos por el principio del principio, vamos a por una introducción para iniciarnos en él, los materiales.
Bunbōshihō «los cuatro tesoros del erudito»
Los materiales son considerados tesoros, porque es el canal de expresión, donde se transmuta la intención en realidad.
Tenemos pues:
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La tinta (sumi) 墨
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El tintero (suzuri) 硯
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Pincel (fude) 筆
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Papel (kami) 紙
Es tal la gratitud que se da a estos tesoros que cuando ya no se pueden usar más porque están estropeados, desgastados o viejos, se hacen ceremonias y rituales de despedida. No se concibe un usar y tirar, lo que le da valor y sentido a los materiales trascendiéndolos y llegando incluso al animismo. No es extraño ver como en oriente dotan de alma a los objetos, mientras aquí nos parece inconcebible.
Desde mi punto de vista y parecer, más que creer en que el objeto tiene alma, el uso que le dan, al canalizar toda esa intención y llevarla a cabo con estos tesoros, hacen que se impregnen de una «energía» que cuando ya han cumplido su cometido no se puede tirar tal cual, por eso se hace una despedida. Se agradece el servicio y con ello se cierra el ciclo.
En la siguiente entrada profundizaremos más en las particularidades de estos materiales entre otras cosas.
Asimismo os animo a que exploréis vuestro entorno, hay muchas particularidades que quizá ahora no os llaman la atención, pero una vez que habéis iniciado en el camino del arte (no hablo ya del sumi-e) podréis ver belleza en prácticamente todo y de eso también vamos hablar por aquí.