Recordar que el cerebro no está hecho para que nos haga feliz y por tanto nos pinta las obligaciones peor de lo que realmente es. El tiempo en que estás procrastinando, sin el menor atisbo de duda, es bastante peor que hacer la tarea de entrada, pero hasta que no se convierta en un ritual te va a costar salir de este “automatismo”. Ritualizar la tarea no solo nos trae en el ahora, también es cuando comenzamos a hacer foco en aquello que hacemos y nos trae todas las cosas positivas que no éramos capaces de ver de ésa tarea.
Ahora igual os preguntáis ¿pero entonces ritualizar es crear el hábito o a qué te refieres? He decidido emplear esta palabra y no otra porque los hábitos los solemos hacer sin pensar. Todos tenemos hábitos, sin ir más lejos, comemos por hábito aunque no tengamos siempre hambre, lo que no quiere decir que estemos en el ahora. Muchas veces comemos sin prestar atención a lo que comemos, mirando el móvil o con la televisión encendida.
No al multitasking
El ritual es un conjunto de reglas que nos lleva a hacer X cosas. Estas reglas son las que nos va dar las claves para estar presentes y no evadirnos. Empezando por la multitarea.
Si algo no soporto es que haya ésa creencia de persona “multitasking” capaz de hacer todo bien varias cosas a la vez cuando está más que demostrado que cognitivamente no es posible. Lo que sucede es que una de las tareas recibe menos atención o se automatiza. Por ejemplo, mientras escribo esto, escucho música, respiro y pienso que voy a escribir. A ¿qué creéis que estoy prestando más atención?
Si me preguntan qué dice la canción, no sabría decirlo, porque no estoy atenta a ella, la oigo (modo automático) al igual que respiro (modo automático). Con el
multitasking sucede lo mismo, pero es peor. No solo se corre el riesgo que se arrastren errores por no prestar atención, el hecho de estar cambiando múltiples
veces la tarea hace que perdamos ése tiempo de arranque para meternos y estar “Focus”, lo que realmente se hace menos productivo. La carga cognitiva es mayor al tener que estar cambiando la atención constantemente de manera que es más fácil que llegue la fatiga antes de lo esperado. La productividad no está en cuantas cosas puedes hacer a la vez, sino qué haces con tu atención.
Por eso, una de las primeras reglas del ritual es: “si haces eso, lo haces, no hay nada más”. Fuera cualquier distracción. En el momento que creas el espacio para hacer este ritual, eres tu con el tema en cuestión, atención plena a lo que haces, sin nada más, puedes terminar en un estado meditativo. Por poner un ejemplo, cuando hago sumi-e, el estado meditativo no sucede cuando pinto (que puede ser así también) por lo general sucede en el momento que estoy moliendo la tinta. Moler la tinta es uno de los pasos del ritual para crear el estado adecuado, como quien calienta en el gimnasio para el ejercicio final. Me abstrae de todo el ruido de fuera para centrarme en lo que estoy haciendo.
Crea tus reglas para ritualizar, para desviar tu atención del exterior, crea ése espacio sin nada más que tú y la acción.
No voy a decir que es fácil, sobretodo cuando entendemos que el ritual se hace como algo “sagrado” que no siempre va con nosotros porque hay que darle tiempo y espacio y en los tiempos que corren escasea ambas cosas, es por eso que te voy a dar más trucos si esto de ritualizar te cuesta mucho y no funciona.