Hacía tiempo que tenía que llegar este momento y durante el inktober me he visto tan sumergida en el sumi-e que he visto necesario desarrollar este post antes que cualquier otro que tuviera en borradores.
A quien me conozca sabe que llevo tanto tiempo dedicándome al sumi-e que alguna vez he terminado hablando de caballeros y cosas un tanto extravagantes para nuestra cultura occidental. Y a quien aún no me conozca puede ver alguno de mis trabajos por aquí para entender mejor de lo que hablo.
El sumi-e aunque parezca que es una técnica más de pintura, está cargado de filosofía y un saber hacer que traspasa la técnica. Se trata de un entendimiento nuevo que si no estás abierto a comprender, probablemente nunca llegues a fluir con el pincel. La práctica es sólo la vía para entender, es por eso que se emplean simbologías y símiles para relacionarlos y hacer más fácil este camino. Camino que por otro lado si ya has hecho alguna disciplina tipo kendo, aikido o cualquier otra cosa terminada en do, sabrás de sobras que todo es un camino y una vez que entras no hay final.
En este caso para empezar este camino, hay que conocer los cuatro honorables caballeros. Cada caballero tiene una particularidad y enseña algo, ya sea una manera de hacer pinceladas o algo más espiritual. Hoy hablaremos concretamente del bambú. El primer caballero que conocí y con el que más cómoda me siento.
Seguro que has visto un montón de pinturas de bambú sin entender muy bien porqué siempre se recurre a este tema. Parece que no hay nada más que arboles y bambúes en las pinturas orientales, pero hay una razón para ello. El bambú es uno de ésos honorables caballeros que hay que conocer si se quiere empezar en el arte del sumi-e.
Corresponde a la estación del verano.
Lo cito bien grande porque esto es importante. Cada caballero corresponde a una estación del año y en el caso del bambú es la estación de la explosión, la pasión. No es casual que con los meses más calurosos la cabeza se vaya a otros lugares y es que dentro de la filosofía oriental en que todo son ciclos, la estación del verano corresponde a la expansión. ¿Y que tiene que ver todo esto con el bambú? quizá os preguntaréis. Si bien el bambú no parece que vaya a moverse de su sitio tiene algo especial que siempre me ha dado calma. Escuchar el viento como lo mece y este se mueve, lo siento tan refrescante como apacible. Pero no es por esto que el bambú es un honorable caballero. La razón de estar dentro de la categoría caballero es el vacío.
Y aquí es donde entra lo que me parece más maravilloso de este honorable caballero. Mientras que en occidente tenemos el horror vacui y la sensación de vacío se siente como algo negativo, que careces de algo y debes llenarlo con lo que puedas, en oriente se entiende como necesario. El vacío es lo que le da fuerza y flexibilidad al bambú. Y gracias a esta fuerza y flexibilidad puede moverse con el viento, el vacío le da ésa fortaleza.
Por eso cuando veo bambúes me reconforta tanto. La sensación de vacío que alguna vez en la vida nos acompaña es un empuje a expandirnos, a movernos.
El bambú pues nos enseña a abrazar ése vacío que tenemos. A ser flexibles, movernos con él haciendo de ello nuestra fortaleza. Cuando aceptas esto de algún modo el trazo del bambú también cambia. ¿Quieres comprobarlo? Puedes ponerte en contacto conmigo si quieres saber más al respecto o adquirir alguna de mis láminas si necesitas reconfortarte y encontrar la calma. Aunque hay personas que han preferido tenerlo en casa en forma de mural. Sea lo que sea, te invito a que abraces el vacío que hay en ti, y como el bambú, puedas moverte y expandirte.
¿Necesitas para tu proyecto y/o empresa alguien polivalente, versátil, con iniciativa, una visión diferente y siempre con ganas de crecer y aprender?
